Hace ya varios años que los juegos en línea dominan la industria. El multijugador es un atractivo comercial difícil de ignorar, y muchos estudios lo han convertido en el eje de sus títulos más ambiciosos como FromSoftware con su futura expansión Elden Ring Nightreign. Sin embargo, hay una voz que, desde Japón, sigue defendiendo con firmeza el valor de una experiencia solitaria, introspectiva, casi espiritual: Hidetaka Miyazaki, creador de obras tan importantes como Dark Souls, Bloodborne o el más reciente y que está dando de que hablar en las redes, The Duskbloods.
The Duskbloods y la herencia de FromSoftware
En una reciente entrevista con IGN, el director de Elden Ring y Dark Souls habló sobre su nuevo proyecto, The Duskbloods, y fue claro: su intención no es hacer un juego multijugador. Y aunque haya posibilidades de funciones en línea o elementos asíncronos como los mensajes o las invasiones, la esencia del juego es, como siempre, una travesía personal. Un viaje oscuro y desafiante que cada quien debe afrontar por su cuenta.
Desde que se anunció The Duskbloods, los fans han estado ansiosos por saber si se trata de un sucesor espiritual de Bloodborne, una nueva IP o simplemente otro experimento sombrío de FromSoftware. Por ahora, hay más preguntas que respuestas, pero algo es seguro: Miyazaki quiere seguir apostando por los juegos para un solo jugador a través de su estudio FromSoftware.
Este enfoque no es caprichoso. No responde únicamente a una preferencia personal. Para Miyazaki, la soledad del jugador no es una limitación, sino una fuente de significado. “En la industria actual, los juegos single-player son cada vez menos comunes”, comenta. “Pero creo que hay un valor profundo en esa conexión íntima entre el jugador y el mundo que explora”.
Y tiene razón. Hay algo especial en perderse en un juego que no depende de otros jugadores. La presión social desaparece. No hay rankings ni estadísticas que importen. Solo estás tú, tu habilidad, y un universo diseñado para ponerte a prueba. Esa crudeza es parte del encanto de los juegos de Miyazaki y FromSoftware. No hay guías claras, no hay ayuda constante. Solo fragmentos, ecos, pistas. Como si el mundo mismo te hablara con susurros y tú tuvieras que aprender a escuchar.
Una de las señas de identidad de los títulos de Miyazaki y de FromSoftware es su manera de contar historias. No hay cinemáticas interminables ni diálogos explicativos. Hay desolación, ruinas, restos de lo que alguna vez fue. Todo está roto, y entender el porqué requiere paciencia, atención y una voluntad de conectar los puntos dispersos por el escenario. Este tipo de narrativa solo funciona porque hay espacio para el silencio. Para la contemplación.
Y ese espacio es difícil de mantener en un juego multijugador. Cuando hay otros jugadores hablando, corriendo, luchando a tu lado, ese ritmo contemplativo se rompe. No es lo mismo explorar una catedral abandonada si hay veinte personas más haciendo lo mismo en tiempo real. La inmersión se debilita. La experiencia deja de ser tuya y se vuelve compartida, sí, pero también diluida.
Esta es la razón por la que Miyazaki insiste en preservar el carácter introspectivo de sus juegos. Y por eso, el nuevo juego de FromSoftware promete ser, una vez más, una obra para quienes disfrutan de estar solos frente al abismo.
En una época donde todo está conectado, elegir hacer un juego en solitario puede parecer un acto de resistencia. Es ir contra la corriente. Y, sin embargo, es también una defensa del videojuego como arte. Porque el arte no necesita ser masivo para ser poderoso. A veces, lo más transformador ocurre cuando estamos a solas, enfrentando nuestros propios miedos, dudas y límites.
The Duskbloods no necesita ser multijugador para ser memorable. Lo que necesita es ser fiel a la filosofía que ha hecho de FromSoftware un estudio de culto: mundos herméticos, belleza decadente, combates que exigen respeto, y una historia que se revela lentamente, como un secreto.
Queda esperar más detalles, claro. Pero si algo ha dejado claro Miyazaki, es que el corazón de su obra late más fuerte cuando está en silencio. Cuando no hay nadie más que tú, tu espada, y la oscuridad al frente.