La línea entre lo legal y lo inmoral sigue difuminándose con el avance de la tecnología, y esta semana Japón acaba de marcar un precedente. La policía de Tokio arrestó a cuatro personas por producir y vender imágenes anime subidas de tono generadas con Inteligencia Artificial. Y no, no se trata de deepfakes de celebridades ni de material con víctimas reales, sino de contenido completamente ficticio, creado con Inteligencia Artificial desde cero. Aun así, las autoridades lo consideraron lo suficientemente serio como para intervenir.
Japón detiene a cuatro individuos por vender imágenes con contenido subidas de tono hechas con Inteligencia Artificial
Según los reportes, los detenidos comercializaban estas imágenes en línea y recibieron dinero por ellas, lo cual fue suficiente para que la policía actuara. Es la primera vez que en Japón se aplica la ley contra este tipo de contenido generado por Inteligencia Artificial, un dato no menor si consideramos lo permisiva que ha sido históricamente la industria del entretenimiento adulto japonés en lo que respecta a la animación y los medios digitales.
En Japón, la ley castiga la distribución de este material, lo cual incluye imágenes “H” y que no estén censuradas. Lo curioso es que este criterio se ha aplicado tradicionalmente a obras dibujadas, como mangas o ilustraciones H. Ahora, con la aparición de las IA generativas, las autoridades parecen estar extendiendo ese mismo estándar a creaciones digitales generadas automáticamente, incluso si no involucran personas reales.
Lo que inquieta es que esto abre la puerta a un terreno muy resbaladizo. Porque si el criterio es que lo que se ve basta para considerarlo ilegal, entonces no importa si lo hizo un artista, una imagen, una máquina o un algoritmo, la censura puede aplicarse igual. Y eso asusta, sobre todo en una industria como la del anime, los videojuegos y el arte digital, donde la libertad creativa es clave.
Por supuesto, también está el otro lado del debate. Hay quienes argumentan que este tipo de contenidos como una imagen, aunque ficticios, pueden reforzar fantasías peligrosas o cruzar líneas éticas graves, por ejemplo, si representan personajes en situaciones problemáticas. Para muchos, permitir que estas imágenes circulen sin regulación sería como abrir la caja de Pandora.
Lo que está claro es que la Inteligencia Artificial generativa ya no es un juego. Y si antes podíamos decir «es solo un dibujo o es solo una imagen», hoy la cosa cambia cuando ese dibujo fue creado por una máquina en segundos, en masa, y para ser vendido. Las autoridades están empezando a entender que el impacto de estas tecnologías va más allá del arte o la diversión, y toca temas como la explotación, la moral pública y, por supuesto, la legalidad.
Por ahora, no hay una ley específica en Japón que regule el uso de Inteligencia Artificial para crear este contenido, pero este caso podría ser el primero de muchos. ¿Se viene una nueva ola de regulaciones? ¿O simplemente estamos viendo a un sistema legal intentando alcanzar a una tecnología que ya va tres pasos adelante?
Mientras tanto, la comunidad creativa mira con preocupación y con mil dudas legales en la cabeza. Porque si hoy son cuatro personas las detenidas, mañana podrían ser artistas, desarrolladores o incluso fans que simplemente descargaron una imagen o algo sin saber en qué se estaban metiendo.
El debate apenas empieza, y como siempre, la realidad va más rápido que las leyes. La inteligencia artificial está cambiando todo: cómo consumimos arte, cómo realizamos una imagen, cómo lo producimos y ahora, incluso, cómo lo regulamos. Tal vez el problema no es la tecnología en sí, sino lo lento que se adaptan nuestras leyes y nuestra ética a los nuevos escenarios. Porque si vamos a perseguir contenido creado por Inteligencia Artificial, más nos vale tener criterios sólidos, y no simplemente dejarnos llevar por el pánico moral del momento.